OPINIÓN
1 de mayo de 2025
La realidad color sepia de la CGT

La realidad color sepia de la CGT
La representación de la CGT se asemeja a una película en blanco y negro, casi sepia. La dinámica del trabajo y la realidad laboral cambiaron tanto que resulta difícil reconocer en la CGT una entidad que responda a las necesidades contemporáneas de los trabajadores.
En el mundo, las centrales sindicales que organizan paros generales o movilizaciones ya no existen. Este fenómeno no es exclusivo de Argentina; en muchos países, a pesar de las crisis laborales, el modelo de protesta cambió radicalmente. La realidad de los paros generales y las movilizaciones del 1° de mayo ha quedado atrás.
La situación se vuelve más preocupante cuando observamos que las leyes laborales en Argentina parecen ancladas en el pasado. Muchas de ellas, basadas en la Carta del Trabajo de Mussolini de la década del '30, no fueron actualizadas.
Los convenios colectivos de trabajo, en su mayoría, no se modernizaron desde 1975, salvo algunas excepciones como los que se aplican a la industria automotriz, con Smata, que supieron adaptarse a los cambios tecnológicos.
La realidad es que la CGT representa a un sector reducido de trabajadores, alrededor del 40%, lo que plantea la pregunta: ¿A quién realmente representa la CGT hoy en día?
La precariedad laboral afecta a un 60% de los trabajadores en Argentina. Dentro de este grupo, muchos son emprendedores o cuentapropistas que operan al margen de la agremiación y las leyes laborales colectivas.
La CGT, que antes abarcaba a una mayoría de trabajadores, vio cómo su representación se redujo drásticamente. La falta de democracia en los gremios, que se arrastra desde el regreso a la democracia en el país, contribuye a esta crisis.
Los líderes sindicales, en su mayoría, permanecen en el cargo hasta que deciden dejarlo a sus hijos o fallecen en el puesto, lo que impide una renovación.
Los trabajadores, muchos de los cuales son jubilados que deben seguir trabajando para subsistir, sienten que la CGT no los representa. Esta percepción se agrava cuando se observa la desconexión entre los líderes sindicales y la realidad laboral de los trabajadores.
La transformación del mundo laboral es exponencial y el promedio de permanencia en un trabajo en sectores como la economía del conocimiento es apenas un año y nueve meses. La idea de una carrera laboral estable ha desaparecido, y con ella, la relevancia de los viejos símbolos sindicales.
La situación política dentro del peronismo también complica aún más el panorama. La CGT, que alguna vez fue un pilar fundamental del peronismo, enfrenta una crisis interna.
La lucha de poder entre figuras como Cristina Kirchner y Axel Kicillof refleja una fractura que afecta la cohesión del movimiento.
Sin un acuerdo entre las diferentes facciones, la capacidad de la CGT para influir en la política se ve seriamente comprometida. La historia nos recuerda que el apoyo de la CGT fue crucial para Carlos Menem en su ascenso político, pero hoy la realidad es muy distinta.
La CGT, que alguna vez fue un poder organizador en el peronismo, parece haber perdido su relevancia. La distancia entre el pasado y el presente es abismal, y la falta de adaptación a las nuevas realidades laborales y políticas pone en duda su futuro.
La representación de los trabajadores en Argentina necesita una renovación urgente, una que se alinee con las demandas y realidades actuales. La transformación del trabajo y la política exige una respuesta que la CGT, en su forma actual, no está en condiciones de ofrecer.
Fuente: Cadena 3

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