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OPINIÓN

14 de mayo de 2025

Dolarización y blanqueo: ¿Una solución o un parche electoral?

Dolarización y blanqueo: ¿Una solución o un parche electoral?

El Hot Sale, ese evento que cada año promete descuentos irresistibles, se ha convertido en un termómetro del consumo en Argentina. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas crecieron interanualmente en abril, pero cayeron respecto a marzo, reflejando un mercado interno frágil.

El consumo masivo sigue la misma tendencia: los argentinos, ávidos de ofertas, buscan cuotas sin interés y descuentos de hasta el 50% para sortear la pérdida de poder adquisitivo. Sin embargo, detrás de las promociones y el frenesí del Hot Sale, se asoman dos realidades que marcan el pulso económico del país: la suba de tasas y una nueva etapa de dolarización que promete cambiar las reglas del juego.

El aumento de las tasas de interés, impulsado por bancos que buscan captar pesos en un contexto de política monetaria estática del Banco Central, encarece los créditos personales y el uso de tarjetas.

En este escenario, las cuotas sin interés se convierten en un salvavidas para los consumidores. Hasta 18 cuotas sin interés aparecen como la gran oportunidad del Hot Sale, un alivio temporal para quienes ven cómo sus ingresos se diluyen frente a la inflación y la devaluación constante del peso.

Pero este alivio no tapa el problema de fondo: el consumo en Argentina sigue siendo una carrera de obstáculos, donde las promociones son un espejismo en un desierto de incertidumbre económica.

Paralelamente, el anuncio de una nueva etapa de dolarización, bautizada como “régimen de transparencia espontánea” o, en términos más coloquiales, un “blanqueo soft blue”, agrega una capa más de complejidad.

Este mecanismo permite a los argentinos usar dólares no declarados para compras en comercios adheridos, como una casa de electrodomésticos en Córdoba, firmando una declaración jurada que asegura que esos fondos no provienen de actividades ilícitas. La idea es sencilla: un cordobés va, presenta sus dólares "del colchón" y, con una suerte de blanqueo minorista, adquiere un producto sin temor a sanciones fiscales. Suena tentador, pero no es tan simple.

El Gobierno argumenta que este ahorro en dólares es "forzoso", una reacción racional frente a un peso que ha perdido su función como reserva de valor. Desde 2011, cuando comenzó el cepo cambiario, un billete de 1.000 pesos de entonces equivaldría hoy a 300.000 pesos para mantener el mismo poder adquisitivo. Es un dato brutal que explica por qué los argentinos, como agentes económicos racionales, se volcaron al "Colchon Bank".

Sin embargo, esta dolarización plantea interrogantes. Las provincias deben adherir al régimen fiscal para evitar que, años después, reclamen impuestos como Ingresos Brutos, con multas y punitorios. Además, no está claro cómo se implementará en la práctica ni qué garantías tendrán los contribuyentes que decidan "transparentar" sus ahorros.

Esta dualidad entre el Hot Sale y la dolarización refleja una Argentina atrapada entre el cortoplacismo y la desconfianza estructural. 

Por un lado, los consumidores aprovechan ofertas para estirar sus pesos, pero lo hacen en un contexto donde el crédito es caro y el poder adquisitivo se erosiona. 

Por otro, la dolarización busca integrar al circuito formal los dólares guardados bajo el colchón, pero despierta escepticismo sobre su efectividad y los riesgos fiscales a futuro.

Fuente: Cadena 3

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