La caída del proyecto de Ficha Limpia en el Senado, que buscaba impedir que condenados por corrupción en segunda instancia se postulen a cargos públicos, desató una crisis entre Javier Milei y Mauricio Macri.

Lo que parecía una alianza táctica entre La Libertad Avanza (LLA) y el PRO se convirtió en un enfrentamiento marcado por acusaciones y desconfianzas, especialmente en la Ciudad de Buenos Aires (CABA).

Este episodio refleja una lucha por el liderazgo de la derecha argentina y pone en duda el futuro del PRO.

Milei, con su discurso "anticasta", vio en Ficha Limpia una bandera para reforzar su imagen de outsider.

Sin embargo, rumores de un pacto con el exgobernador misionero Carlos Rovira para bloquear la ley, que él desmintió, generaron sospechas.

En respuesta, acusó a Macri y a Cristina Kirchner de un supuesto "acuerdo" para desprestigiarlo, una narrativa sin pruebas pero efectiva para su base.

Esta actitud revela su rechazo a aliados que no se subordinen a su liderazgo.

Macri, pragmático y tradicional, apostó por Ficha Limpia para reposicionar al PRO como abanderado de la transparencia en CABA, con Silvia Lospennato, la primera candidata a legisladora porteña, como figura clave.

El fracaso de la ley dejó al PRO sin su bandera electoral y expuso su debilidad ante un Milei que no cede protagonismo.

Frustrado, Macri acusó al gobierno de Milei de "decepcionar" y de manejar mal la votación en el Senado, especialmente con los senadores misioneros que cambiaron su voto.

En CABA, las elecciones de este domingo 18 de mayo ofrecían una oportunidad para unir fuerzas, pero el acuerdo colapsó.

La competencia entre Manuel Adorni (LLA) y Silvia Lospennato (PRO), las acusaciones cruzadas por el fracaso de Ficha Limpia y la estrategia de Milei de polarizar con el kirchnerismo en lugar de fortalecer al PRO hicieron imposible una lista conjunta.

La desconfianza mutua, alimentada por filtraciones y maniobras, terminó de fracturar la relación.

El PRO enfrenta un dilema: integrarse a LLA, que lidera encuestas con una imagen positiva superior al 50%, o resistir para mantener su identidad.

En la provincia de Buenos Aires, algunos dirigentes negocian una alianza, pero las tensiones persisten.

La erosión de la imagen de Macri (negativa superior al 60%) y la migración de figuras como las cercanas a Patricia Bullrich a LLA debilitan al partido.

Luego de las elecciones en CABA, una tregua temporal podría surgir, pero el resultado definirá el futuro.

Si LLA domina, el PRO podría quedar relegado a un rol secundario.

Si el PRO compite con fuerza, Macri podría recuperar terreno, aunque su principal arma es su capacidad de daño.

La derecha argentina, lejos de unificarse, se fragmenta en una lucha que beneficia a sus adversarios. 

Fuente: Cadena 3